Ruta Yosef-Tudla: "Me opongo por principios a la guerra"

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Nací el 27 de noviembre de 1987 en Asmara, y tengo cuatro hermanos. Mi madre murió en 1996 y aquel mismo año, a mi padre lo detuvieron y encarcelaron sin dar ningún tipo de explicación. Después de que muriera mi madre, se encargó de nosotras mi abuela por parte de madre, y yo tenía que ayudarla. Cuando ella también murió, en 2001, se hizo cargo de nosotras mi abuela paterna (es de un poblado) y también tuve que ayudarla, por eso dejé de ir a la escuela. En 2003 dejé la escuela del todo.

En Eritrea me fue muy mal. En la escuela nos daban formación militar dos veces a la semana, dos o tres horas. A veces hacíamos marchas muy largas, otras el entrenamiento era en la escuela. A las chicas nos llevaban a Gahtelay, donde hace muchísimo calor y podías morir de sed. Dos de mis compañeras del colegio murieron allí.

Casi todas las estudiantes, sobre todo durante la guerra, eran reclutadas sin escapatoria y las llevaban a Sawa y al frente. Unas morían en combate, otras quedaban heridas y ahora tienen discapacidades; otras volvían y lograban terminar sus estudios.

El 24 de mayo es el Día de la Liberación. Todo el mundo lo celebra. En la tele salen adolescentes celebrándola, en desfiles y haciendo ejercicios todas y todos al mismo tiempo. Tres meses antes de la celebración, se va recogiendo a estas personas en las escuelas. Si alguien hace algo mal le pegan una paliza. Una vez, hasta los padres y las madres protestaron: se negaron a que sus hijas e hijos fueran a la escuela. Las madres, muy valientes, organizaron una manifestación, aunque estaba prohibido. Dijeron: “Se interrumpe la educación de nuestras hijas. Eso hará que se las vea mal en la sociedad. Por eso, es necesario que continúen en la escuela, que las dejen volver a estudiar. Si tienen que ir a algún tipo de formación [militar], que sea de manera voluntaria.” Por esta manifestación, se consideró a las madres opositoras a la Independencia. A unas las detuvieron. No hay libertad de expresión. Tampoco hay libertad religiosa. Para las mujeres, la situación es especialmente difícil. A algunas se las llevaron a la fuerza a Sawa, donde recibirían un entrenamiento básico. Allí las trataron como a esclavas y también las violaron. Las cristianas quedaban embarazadas de los musulmanes y al revés. A algunas las repudiaron sus familias. Era horrible soportar esto para las mujeres, por eso algunas se suicidaron, otras se practicaron un aborto, y algunas se volvieron locas.

Quienes viven en Eritrea sin problemas son de familias de gente importante o con mucho dinero. Las hijas y los hijos de los gobernantes, de los generales, de los funcionarios y demás no son reclutadas. El resto de la gente se ve obligada a morir en la guerra. A mi modo de ver, eso no está bien. Todo esto me ha minado mi fuerza y me ha dado mucho miedo.

Como yo había dejado de ir a la escuela (por ayudar en casa), no me iban a dejar volver, me enviarían al Servicio Nacional. A algunas adolescentes las reclutaban a la fuerza en la calle. Así que iba a llegar el día en que me llevaran a mí también.

Yo tenía muy claro que no quería ir al Ejército por varias razones. Una es que mi corazón es sensible, es mi naturaleza. Además, recibí educación religiosa, y sería pecado para mí participar en una guerra. Es más, yo me opongo por principios a la guerra. No sé por qué se hacen las guerras. ¿Quién muere y quién se salva? Los gobernantes, los miembros de sus familias y sus hijas e hijos están a salvo. El resto debe morir. ¿Existe alguna guerra con sentido? La guerra asesina a las personas y genera pobreza. Las niñas y los niños sufren.

Otra razón es que se llevaron a dos hermanas mías a la guerra y nunca volvimos a saber de ellas. Otra razón era que a mi padre lo detuvieron sin dar ninguna explicación. Se lo llevaron cuando no estábamos en casa. Después los soldados volvieron para registrar la casa. Yo les pregunté: “¿Por qué le habéis detenido? ¿Dónde está?” y en lugar de contestarme me dieron una paliza. Y seguimos sin conocer el paradero de nuestro padre.

Así que yo estaba en una posición muy difícil porque podían reclutarme en cualquier momento. Un amigo de mi padre me prometió que me iba a ayudar a salir del país. Pude irme con él a Sudán en 2003. No me quedé allí mucho tiempo, un mes o dos.

No me siento bien desde que llegué a Alemania. Vivo en un pequeño pueblo, Seeheim-Jugenheim, cerca de Darmstadt. Tengo problemas con la Oficina de Asuntos Sociales. No me permiten ir a visitar a mis amistades o a mi familia. Solicité que me trasladaran a otro alojamiento, y les pareció bien que pudiera vivir con familiares, pero al final rechazaron mi solicitud. Ahora, a menudo no estoy en el campamento. Así que me han reducido varias veces los servicios sociales.

Ruta Yosef-Tedla fue entrevistada el 2 de junio del 2004. Traducción al inglés de Axel Heinemann. La version alemana fue publicada en: Connection e.V. (editor) Offenbach, Germany: “Eritrea: Kriegsdienstverweigerung und Desertion”, noviembre 2004.

Publicado en Objetoras de conciencia. Antología

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