Un análisis feminista sobre la objeción de conciencia en Turquía

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Por Hilal Demir, Internacional de Resistentes a la Guerra

¿Por qué nosotras, las mujeres, nos declaramos objetoras de conciencia en Turquía cuando no tenemos que hacer el servicio militar? Deseo abordar algunos de los problemas y dinámicas de la objeción de conciencia, valorar las declaraciones públicas que hicimos las objetoras, y comentar los debates que se generaron.

Considero que al vivir en una cultura patriarcal, los movimientos de oposición, incluido el feminista, corren siempre el riesgo de masculinizarse. Este riesgo es tan fuerte que esta masculinización puede desnaturalizar, anaquilar la mayoría de los movimientos.

En mi opinión, ignorar el análisis feminista en un movimiento que lucha contra el patriarcado y sus operaciones condena el proceso al fracaso. En un movimiento como el antimilitarista, la lucha contra el machismo debería ser uno de los elementos fundamentales en la agenda. Además, si no prestamos atención autocrítica, los mecanismos insidiosos del sistema patriarcal se infiltrarán en el movimiento y lo trivializarán. Me gustaría citar a Pinar Selek, en un artículo que publicó en la revista de análisis feminista Amargi:

Aunque éste es un tema muy importante en lo que respecta a la militarización y la reproducción de la masculinidad, sigue siendo uno más de los muchos puntos de la agenda de lucha contra el militarismo. En especial aquí, en Turquía, el militarismo se relaciona con una gran cantidad de temas. Tenemos asuntos que resolver en lo tocante a la historia, la república, el enfoque predominante, incluso dentro de la propia oposición. Tenemos que desarrollar políticas contra la militarización de las políticas y de la economía, contra la rápida institucionalización del militarismo. Sin embargo, desde sus inicios, el movimiento antimilitarista ha fracasado a la hora de abordar temas que no sean el “servicio militar obligatorio” y “la alienación del servicio militar”.1 Lo que el movimiento feminista aporta salvaría al movimiento antimilitarista de su restringida agenda y de las actitudes patriarcales en las que se ha estancado. Mientras los trabajos antiguerra y antimilitarista no consigan generar una agenda y un debate público feministas para cuestionar el militarismo, el nacionalismo y la política que organiza la guerra a través la integración en los micropoderes, seguiremos sin poder avanzar. Para evitar el estancamiento, el movimiento antimilitarista debe integrar el trabajo del movimiento feminista. Siempre ha tenido esta necesidad. [1]

Como mujeres y activistas en movimientos antimilitaristas, antiguerra y de objeción de conciencia, hemos estado buscando formas alternativas de expresar nuestra resistencia al militarismo. Hemos luchado por abrir un espacio que nos acogiera en los movimientos donde luchábamos porque éstos no incorporan el enfoque de género. En 1999, algunas activistas que trabajábamos en la Asociación de Resistentes a la Guerra de Izmir creamos el grupo independiente Feministas Antimilitaristas. Fue el primer grupo que tenía el objetivo de superar los problemas que enfrentaban las mujeres por el hecho de ser mujeres en el propio movimiento. En los años que se siguieron, se formaron grupos similares en varias ciudades.

En Turquía, como en la mayor parte de los lugares del mundo, es común definir la objeción de conciencia como la negativa a realizar el servicio militar obligatorio. Como las mujeres no tienen que hacer el servicio militar, se considera que no tiene sentido se declaren objetoras. Mi intención fundamental al declarar mi objeción era llamar la atención sobre el riesgo que corría el movimiento de convertirse en una especie de foro de política masculina, y recordarnos, además, que el militarismo no se circunscribe al tema del servicio militar. El hecho de que las mujeres no puedan ingresar en el Ejército turco se debe a la percepción de que no somos lo suficientemente dignas como para ingresar en una institución “tan noble”. Esto significa que el servicio militar no sirve únicamente para la “defensa de la nación”, sino también para que quede bien definido el estatus ciudadano de hombres y mujeres, y el lugar que cada grupo ocupa en la sociedad.

Cuando pensaba en qué poner en mi declaración pública, tenía muy claro qué puntos quería explorar en mi texto: causas de las guerras, cómo se usa a las personas en las guerras, cómo el militarismo presente en la vida cotidiana nos prepara psicológicamente para las guerras y la violencia, cómo perpetúa este sistema una vida social estructurada en torno a los papeles de género... En mi declaración quería rechazar todos estos puntos.

Esra Gedik es una de las analistas del tema de la objeción de conciencia de las mujeres en Turquía. A continuación, presento algunas de sus consideraciones sobre nuestra situación.

Las mujeres que declaran su objeción aunque no vayan a ser reclutadas lo hacen como forma de enfrentarse al militarismo, a todas las formas de la guerra, la violencia y la discriminación. Además, dirigen su mensaje a las fuerzas armadas y la propia guerra; a la economía de guerra y la mentalidad bélica. El sector más oprimido por el militarismo son las mujeres, pues el militarismo se construye desde el machismo, el patriarcado, el heterosexismo además de todos los otros tipos de discriminación. Por esa razón, la lucha que están haciendo las mujeres es importante. Supone el rechazo a los ejércitos, a todas las guerras que éstos provocan y lideran, al armamento y a todos los tipos de armas y violencia en su conjunto. Son mujeres que se expresan como madres, como defensoras de la paz, como antimilitaristas, como personas. Y es la prueba de que ellas, en este movimiento, tienen más que decir y que hacer que sencillamente servir de apoyo a los objetores. Aunque las mujeres no son reclutadas, son en ocasiones parte del militarismo y por regla general siempre víctimas. Así pues, están alzando su voz contra todos los tipos de estructuras autoritarias, jerárquicas, nacionalistas, machistas y militaristas, porque no quieren matar ni morir en las guerras, y no quieren ser oprimidas ni explotadas. Seguir calladas equivaldría a apoyar la guerra. Existe una voluntad a favor de un mundo sin armas, sin discriminación racial, religiosa o sexista. [2]

Yo hice mi declaración pública el 15 de mayo del 2004 en el Festival de Militurismo que habíamos organizado. Nuestras declaraciones nos hace correr el mismo riesgo que corren los objetores, pues nos aplican la misma legislación. Es una estrategia política para intentar forzar al gobierno de la República de Turquía a posicionarse definitivamente sobre la objeción de conciencia; las declaraciones de las objetoras son parte de esta estrategia. Algo que comparten las declaraciones de las objetoras es su actitud feminista frente al militarismo. La mayoría de las definiciones de la objeción de conciencia incluyen el derecho humano a la libertad de conciencia y la objeción de conciencia como expresión personal de esta conciencia, así pues, como feminista no veo problemático el declararme objetora de conciencia.

El primer caso legal sobre objeción de conciencia en Turquía fue el de Osman Murat Ülke, en 1996. El caso fue muy problemático por la larga duración del proceso, la incertidumbre, el desgaste, las insuficiencias materiales, la falta de movilización, la marginalización, y la falta de apoyo de otros movimientos políticos. Todo esto generó agotamiento y problemas que nos acompañarían los años siguientes en el movimiento de conciencia. El impacto de la cultura en la que vivimos, el tener que trabajar estando agotadas y agotados, las muchas deficiencias... llevaron al movimiento a ocuparse exclusivamente de las declaraciones de los objetores de conciencia, pues se negaban a cumplir con un servicio obligatorio. Por lo tanto, se cayó en la creación de héroes, pues eran hombres que corrían el riesgo de cumplir condenas carcelarias prolongadas en un país donde la objeción de conciencia no es un derecho constitucional.

La negativa a hacer el servicio militar de los hombres y su posterior encumbramiento como “héroes” puede ayudar al desarrollo del movimiento en algún grado, pero debería aspirarse a ir devaluando este estatus, porque de lo contrario, no habrá espacio para las mujeres, será un movimiento sólo de hombres. De hecho, ya ha empezado a pasar en el movimiento de objeción de conciencia. El ‘heroísmo’ es un concepto masculino y militarista, y por tanto debemos cuestionarlo. Es evidente que tenemos que desarrollar nuevas estrategias y actitudes. La única acción que hemos concebido hasta el momento se inscribe en el marco de la objeción de conciencia, y las mujeres tenemos nuestra parte de responsabilidad en esto. No hemos conseguido establecer prioridades que nos permitan disponer de tiempo para suscitar los puntos que consideramos importantes. No pretendo ser dura en mi crítica, pero creo que lo que hemos descuidado sobre todo es el tema de los problemas que enfrentamos por ser mujeres.

Recientemente, hemos empezado a discutir una cuestión importante: “Aunque estamos seguras de que queremos materializar enfoques y acciones antimilitaristas y feministas en la resolución de todos los problemas, ¿es la plataforma de objeción de conciencia el lugar adecuado para hacerlo?”. Para que esto se comprenda, he de aclarar que nosotras concebimos el concepto ‘objetora’ de manera distinta a cómo se concibe generalmente en el movimiento, de cómo lo conciben otras mujeres del movimiento de objeción de conciencia y el movimiento antimilitarista en su conjunto. Según estas otras personas, el término ‘objeción’ se acuñó por una situación legal, y debería, por tanto, restringirse al uso en este contexto. Se oponen a que las mujeres nos declaremos objetoras. Sostienen que las mujeres deben concebir, nombrar y luchar por sus propios temas. Que como las mujeres tenemos nuestro propio poder, tendremos que crear nuestras propias palabras contra el militarismo, en lugar de pretender cambiar el significado de ‘objeción de conciencia’.

Pienso que las declaraciones de las 12 objetoras de conciencia han ayudado a desarrollar la sensibilidad de género en el movimiento, cuestionando los debates sobre este concepto y animándonos a buscar un camino donde desarrollar nuevos enfoques. Las declaraciones de las objetoras nos ayudan a estar alerta, a hacernos más fuertes, y evitan, además, que nuestro movimiento se centre exclusivamente en los juicios a los objetores.

Dentro del movimiento antimilitarista, sólo veo que se realiza activismo en esa visión restringida de la objeción de conciencia. Y si las mujeres, que son invisibilizadas por el militarismo, son también ignoradas en el activismo, seguiremos atrapadas y atrapados en la trampa militarista.

Con todo, sigue pendientes de análisis varias cuestiones importantes como: ¿deberían las mujeres trabajar por su visibilidad dentro del campo de la objeción de conciencia, para ser “iguales” a los hombres? ¿Y cómo alentar actitudes no machistas dentro del movimiento? Las declaraciones de las objetoras han aportado más cuestiones aún, recogidas por Ayşegül Altınay en Amargi:

■ ¿Quién y qué procesos dan a luz al Soldado Turco (y a su contrafigura, el Militante)? ¿Por qué creemos que somos Soldados Natos culturalmente y que la aportación más valiosa que podemos hacer a nuestra sociedad es servir en el Ejército?
■ ¿Cuál es el lugar que ocupan los hombres y las mujeres en la tesis Soldado-Nación?
■ Si entendemos el militarismo de manera más amplia como glorificación de las conquistas y prácticas militares y crisol donde se forja la vida “civil”, ¿cuál es nuestra aportación al militarismo como “civiles”?
■ ¿Qué aportan las mujeres?
■ ¿Qué aportamos las feministas? ¿Podemos mantener nuestras declaraciones y actuaciones ante todos los tipos de violencia y militarismo?
■ Resumiendo, ¿cuándo nos enfrentaremos realmente a los procesos de “ser” y “generar” soldados y militarismo? Si no somos Soldados Natos, ¿qué podemos hacer para no serlo? [3]

Hace poco tuvimos una reunión de mujeres de diferentes ciudades para debatir estos temas. Seguimos con el de la objeción de conciencia y estamos buscando nuevas estrategias para abrir nuevos caminos. Las necesidades que compartimos nos han llevado a establecer una red de mujeres, donde hemos empezado a analizar diferentes conceptos y formas en que desarrollar el activismo antimilitarista de las mujeres. Y veo que empezamos a recoger frutos en este proceso que comenzó en la práctica con las mujeres que se declararon objetoras de conciencia.

Un agradecimiento a Balam Kenter por traducir las citas en turco al inglés.

Notas:

[1] Pınar Selek, “Feminizme ve anti-militarizme ihtiyacımız var (Necesitamos el feminismo y el antimilitarismo), Amargi, S.2, Autumn Issue 2006, p. 27).
[2] Esra Gedik, “Kadınlık ve Vicdani Red Üzerine” (Sobre la feminidad y la objeción de conciencia), Amargi, S.2, Autumn Issue 2006, p. 38.
[3] Ayşe Gül Altınay “'Asker Türk'leri Ve Onların Asker Kardeşlerini Kim Doğuruyor?” (¿Quién está pariendo al “soldado turco” y a sus hermanos soldados?), Amargi, S.2, Autumn Issue 2006, p. 18.

Publicado en Objetoras de conciencia. Antología

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